¡Hombre de Shuruppak, hijo de Ubar-Tutu, destruye tu casa, construye un barco, renuncia a las riquezas, busca solamente la vida, desprecia los tesoros, guarda vivo el soplo de la vida! ¡Embarca en el barco todas las especies vivas! (Epopeya de Gilgamesh, mandato del dios Ea al primer Noé)
viernes, 4 de septiembre de 2015
SIETE HUERTOS
Siete huertos arborescentes para vivir jardines diversos, vivos y hermosos...
Decía el agricultor y filósofo Masanobu Fukuoka que el ser humano, en su relación con el entorno, actúa como un loco que sube al tejado a arreglar una gotera y en su atolondramiento, la arregla o no, pero crea unas cuantas más. Ante una plaga, buscamos rápidamente algo qué hacer en vez de pensar qué hicimos mal. Contaminamos con CO2 y buscamos como almacenar el CO2 en vez de dejar de contaminar. Y es que el no hacer, el dejar de hacer o actuar lo mínimo, no forman parte de nuestro sistema productivo. En nuestra absurda y frenética civilización, hacer siempre genera negocio y productividad, incluso podemos salvar el mundo reforestando, creando nuevas empresas u organizaciones… pero hay un modo más simple de transformar el mundo de manera profunda y simbiótica, y es tocarlo lo menos posible, como quien lo acaricia. Es cierto, nunca serás un héroe ni un dignatario, no “llegarás muy lejos”, pero encontrarás placeres y entendimientos que aquí hemos resumido en siete huertos arborescentes, siete formas de entender el huerto y el jardín, siete modos de vivir en la Tierra y de la tierra. Cada día te sentirás inmensamente rico en muchos aspectos, cuando pruebes como hace el mirlo, una frambuesa de la propia mata, con toda la intensidad de su aroma, o cuando compruebes que la tierra que acaricias es cada año un poco más viva y más fértil y el jardín más hermoso. Pero todo esto debe quedar entre nosotros, si descubren que los calabacines no cotizan a hacienda y que el huerto es un revolucionario sistema de liberación social, económica y política, terminarán haciendo una ley de control de hortelanos, vagos y maleantes y poniendo un impuesto a la felicidad.
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Querido Ignacio,hace años que quiero expresarle mi gratitud por lo que supuso ,hace ya más de 25 años la adquisición de su libro "el hombre y la madera". soy carpintero desde hace 33 años pero fui un triste aprendiz hasta que su libro cayó en mis manos.Me hizo ver la belleza que había en la madera y los arboles .Mil gracias por su amor a la vida , ,gracias por compartir cada día su saber,¡maestro!
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